la llegada de la condesa sangrienta
“Lo
primero que pude vislumbrar fue la delicada punta de bota que se apoyo en el escaloncito de metal
del coche, escapando de los vuelos de unas faldas de riquísima tela negra.
Luego se asomó una pálida mano femenina que encontró la que ofrecía el cochero.
Lo último que se vio ese gris amanecer fue el níveo rostro de Susana Strossner
coronado por las cascadas de su cabellera color vino. Y digo que fue lo último
que se vio pues, desde que Susana llegó,
la distante figura del sol quedó cubierta por un lóbrego manto de nubes y ya
nunca más volvió a amanecer”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario