miércoles, 30 de octubre de 2013

la llegada de la condesa sangrienta


“Lo primero que pude vislumbrar fue  la  delicada punta de  bota que se apoyo en el escaloncito de metal del coche, escapando de los vuelos de unas faldas de riquísima tela negra. Luego se asomó una pálida mano femenina que encontró la que ofrecía el cochero. Lo último que se vio ese gris amanecer fue el níveo rostro de Susana Strossner coronado por las cascadas de su cabellera color vino. Y digo que fue lo último que se vio pues,  desde que Susana llegó, la distante figura del sol quedó cubierta por un lóbrego manto de nubes y ya nunca más volvió a amanecer”

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